CHISTES CON ABOGADOS Y BANQUEROS

ABOGADO VS MÉDICO

Un abogado andaba por la calle, y vio un letrero que decía: "Clínica Médica: Curamos cualquier enfermedad, garantizamos resultados; caso contrario devolvemos el DOBLE de su dinero".

Él pensó, estos se creen pícaros pero como soy abogado seré más pícaro y les sacaré dinero. Entró en la Clínica, pagó su consulta y lo recibió el Médico sonriente.

─ Si, buenas tardes ¿qué le trae a nuestra clínica?

─ Doctor, perdí mi sentido del gusto, no consigo detectar el sabor de nada, así sea café, agua, arroz, pan, helado, lo que sea no me sabe a nada. ¿Usted podría curarme?

─ Sí, por supuesto ─y, seguidamente gritó─  ¡Enfermera tráigame el frasco número 14!

La enfermera trajo el frasco número 14 que, por cierto, estaba repleto de mierda. El médico sacó del frasco una tremenda cucharada y bruscamente se la metió en la boca al abogado, quién al instante emitió tremendo grito:

─ ¡Quééé...! ¡Usted está loco ¿cómo me va a poner ese poco de mierda en la boca? No sea tan ordinario!

El médico, inmediatamente, le dice:

─ ¡Listo! Ya está usted curado; ha recuperado el gusto de manera inmediata ─y, seguidamente, solicitó que pasara el siguiente paciente.

El abogado salió escupiendo y echando chispas de la clínica, pensando: "El hijueputa se salió con la suya, me agarró de sorpresa, me vio la cara de pendejo y me jodió; pero me las pagará ese cabrón y recuperaré mi plata. La próxima vez seré infalible como abogado que soy.

Días después volvió a la Clínica y entró, pagó su consulta. El médico le dice:

─ Hola, ¿de nuevo por aquí...?

─ ¿Cómo que de nuevo por aquí...? ¿Quién es usted...? ¿Quién soy yo...? ¿Dónde estoy...? Creo que perdí la memoria.

El médico sin pestañear gritó:

─ ¡Enfermera tráigame el frasco número 14!

Y el abogado grita:

─ ¡El frasco numero 14 nooooo... ese frasco está lleno de mierda!

El doctor dice:

─ ¡Maravilloso! ¡Maravilloso! Recuperó su memoria, está usted curado. ¡Que pase el siguiente!

PREGUNTÁNDOLE A LA TESTIGO:

Los abogados jamás deberán hacerle una pregunta a una abuela si no se  encuentran preparados para la respuesta.

Dicen que durante un juicio en un pequeño pueblo, el abogado acusador  llamó al estrado a su primera testigo, una mujer de avanzada edad. El abogado se acerca y le pregunta:

─ Sra. SÁNCHEZ: ¿sabe usted quién soy yo?

Ella, con la calma que dan los años, le respondió:

─ Si señor, lo conozco Sr. OTERO. Lo conozco desde que era un niño y, francamente, le digo que usted resultó ser una gran decepción para sus padres ─amigos míos─. Siempre miente, cree saber de todo, es muy prepotente, abusivo, engaña a su esposa y, lo peor de todo, manipula a las personas. Una de las mayores decepciones que usted le dio a su familia, fue cuando lo de la drogadicción. Se cree el mejor de todos cuando en realidad no es usted nadie. Sí señor, lo conozco muy bien...

Un pesado silencio invadió la sala... El Abogado se quedó perplejo, sin saber exactamente qué hacer.

Apuntando hacia la sala, le preguntó a la Sra. SÁNCHEZ:

─ ¿Conoce al abogado de la defensa?

Nuevamente y con la misma calma, ella le respondió:

─ Claro que sí. Yo también conozco al Sr. GARCÍA desde que era un niño. Se parece mucho a usted; es un zángano, marrullero y  corrupto. Desde chiquillo fue flojo y ahora no más se toma unos tragos y le sale lo maricón que se ha vuelto. Y, para su desgracia, tiene problemas con la bebida. No puede tener una relación normal con nadie y, junto con usted, son los  peores abogados de la región. Sin mencionar que él engaña a su esposa con tres mujeres diferentes, una de ellas es casualmente la suya, ¿y usted lo sabe, pero se ha hecho el cabrón por lo que él le da dinero a ella ¿o no? Sí señor, yo conozco al Sr. GARCÍA.  Su mamá tampoco está orgullosa de él.

El abogado de la defensa casi cae muerto.

Entonces, el Juez llama a los dos abogados para que se acerquen al estrado, y en susurro les dice:

─ ¡Si alguno de ustedes, par de hijueputas, le pregunta a esta vieja malparida si me conoce a mí, lo mando a la silla eléctrica!

¡SILENCIO!:

Indignado, grita el juez:

─ ¡SILENCIO!... al próximo que diga "abajo el juez", será echado a la calle.

En eso se vuelve a escuchar: ¡ABAJO EL JUEZ!

─ ¡La advertencia no le incluye a Ud. Sr. acusado!

AHORA, DÍGAME:

Después de ganar el juicio, el abogado le pregunta a su cliente:

─ Ahora que todo ha pasado dígame, ¿Ud. robó el coche?

─ Pues mire, después de su fantástica defensa empiezo a pensar que no.

PREGUNTA EN EL TRIBUNAL:

El abogado pregunta en el tribunal:

─ ¿Qué es lo primero que le dijo su marido al despertarse?

─ MARÍA, querida, mi amor...

─ ¡¿Y por eso lo mató?!

─ ¡Es que yo me llamo CARMEN!

LO LLAMAN...:

A una persona que ayuda a un criminal antes de un delito le llaman cómplice; cuando le ayuda al final, le llaman abogado.

NO QUERÍA VOLVERLO A VER:

─ ¡¿No le dije que no quería volverle a ver?!

─ ¡Sí Sr. juez, y yo ya se lo comenté a los agentes que me arrestaron pero ni me hicieron caso!

MI DECLARACIÓN:

─ Sr juez quiero cambiar mi declaración de inocente a culpable.

─ Y por qué no lo ha dicho antes y nos hubiésemos ahorrado este tiempo.

─ ¡Es que me creía inocente hasta que vi las pruebas!

ABRIENDO CUENTA BANCARIA:

Un hombre entra a un Banco y le grita a la cajera:

─ ¡OIGA GORDA!... quiero abrir una puta cuenta en este Banco, ¿qué coños debo hacer?, aquí traigo un cheque.

─ Por favor señor...  ─dice la cajera─   está prohibido hablar de esa manera aquí.

─ ¡Aaayy no joda!... ¿ahora me salió zanahoria esta vieja insulsa?

─ Señor, le insisto, deje de ser grosero y atrevido, ¡compórtese!  ─responde ella.

─ ¡NO ME JODA, vieja!, ¡yo sólo quiero abrir una puta cuenta en esta piltrafa de banco!

─ ¡Señor respete, o voy a tener que llamar al Gerente!

─ ¡A vida desgraciada...! ¡Hasta envalentonada me salió esta fea...! ¡PUES VAYA Y ÉCHEME A ESE PENDEJO!

Entonces la cajera se va espantada y regresa rápidamente con el Gerente del Banco, al cual le había contado lo que sucedía.

El Gerente lleno de valor le pregunta al hombre:

─ ¡Heeeyy!, disculpe caballero… ¿lo puedo ayudar en algo?...

─ ¡Sí claro carebobo!. Esta semana me gané una lotería americana con un puto premio más grande que el verraco. Traigo un cheque por 20 millones de dólares a ver si se les antoja o se les dá la gana de abrirme una puta cuenta para consignarlo.

─ Ya, ya, ya… veo y entiendo estimado amigo...  ─responde el Gerente─   !Y ME IMAGINO QUE ESTE ANIMAL, ESTA GORDA DE MIERDA LO ESTÁ DEMORANDO!

CAPO  ROBADO:

Un capo de la mafia, seguido de su abogado, irrumpe violentamente en la casa de su contador y sin mediar palabra le pregunta:

─ ¿Dónde están los cien mil dólares que me robaste?

El contador no responde.

─ ¡Dime, rata de alcantarilla! ¿dónde están los cien mil dólares que me robaste?

El abogado interrumpe y explica:

─ Señor, acuérdese que su contador es sordomudo y no le entiende. Si gusta, yo puedo traducirle con gestos, soy especialista en ello.

─ Está bien ¡pregúntele dónde está mi maldito dinero!

El abogado comienza a gesticular con las manos y le pregunta al contador dónde están los cien mil dólares. Este responde con gestos que no tiene idea de qué están hablando, así que el abogado le traduce al capo:

─ Dice que no sabe de qué está usted hablando.

El capo monta en cólera, saca su inmensa pistola y la pone en la cabeza del contador y le dice al abogado:

─ Pregúntale de nuevo dónde están los cien mil dólares, si no nos dice prefiero matar a este desgraciado antes que permitirle quedarse con mi dinero.

El abogado le transmite la pregunta al contador y este, asustadísimo y presa del pánico, le confiesa con gestos que el dinero está completo y escondido en un maletín enterrado bajo el tercer arbusto de cayeno que hay en el jardín.

El capo, impaciente, pregunta al abogado:

─ Y bien, ¡¿qué dijo?!

El abogado responde:

─ Me apena tener que hacerlo, señor, pero voy a ser exacto en la traducción. Él dice que usted es una mierda y una completa porquería que no merece nada, que jamás le dirá en donde está el dinero y que además usted no tiene la valentía y las bolas suficientes como para ser capaz de apretar el gatillo.

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